miércoles, 16 de mayo de 2012

María, Orgullo de Nuestra Raza


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Ave María


Estamos en el mes de María. Mes dedicado a obsequiar de forma especial (aunque no únicamente en este mes) a nuestra Santísima Madre y Madre de Dios, María Santísima. Y es que, María es realmente el “orgullo de nuestra raza”, la “causa de nuestra alegría”. Aún siendo humana, su participación y colaboración en la Historia de la Salvación es esencial e insustituible, porque así Dios lo ha querido.

Con María, hermanos, con el consentimiento libre de Nuestra Señora y Soberana, se inicia la plenitud de los tiempos. El Ángel anunció a María, y solamente después de su “sí”, de su “hágase”, de su “fiat”; fue posible la Encarnación del  Verbo de Dios. Sí, efectivamente fue la conformación confiada de María a la Voluntad de Dios, la que hizo posible que el Verbo tomara la naturaleza humana y que la tomara de Ella misma. Vemos así, el papel esencial de la Virgen. María santísima es pues co-redentora. Colabora, con su abandono perfecto en la Voluntad Divina, en la misión salvífica de su verdadero Hijo, Jesucristo. Así pues, al igual que Eva, junto con Adán trajeron la muerte al mundo; del mismo modo Cristo (el nuevo Adán), con la colaboración de María  (la nueva Eva), han supuesto la salvación de aquellos que habían merecido la muerte: “establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya … ella te herirá en la cabeza” (Gn.3) La muerte y el sufrimiento de Jesús en la Cruz, junto con el dolor indecible de su Madre y Madre Nuestra al pie de la Cruz (aunque verdaderamente también clavada en ésta) supuso la muerte de la muerte, la muerte del pecado.

Mirad, pues la Gloria de Dios, manifestada de forma admirable e incomparable en la Virgen de las vírgenes. María en una vida santa de unión total a su Hijo y al Padre, asistida por la Gracia del Espíritu Santo, fue colmada de gracias y bendiciones. De tal modo, fue preparada y preservada de la mancha del pecado original, Concebida sin tal mancha. Sólo de este modo podía ser digna de llevar en sí al Esperado, al Mesías y su correspondencia amorosa lo confirmó. Sin duda una gracia especial (contando con el concurso de la Virgen) es la de permanecer Siempre Virgen. Pues María fue virgen antes del parto (“sin concurso de varón”), durante el parte (“como la luz traspasa el cristal sin romperlo, Cristo, salió de María”) y lo sigue siendo después del parto (Jesús es el único Hijo de María).

Y por tal vida, modelo para todo cristiano, finalmente le fue concedido el ser Asunta en cuerpo y alma a la Gloria Celestial, donde está en presencia de los ángeles y los santos, juntamente con su Hijo, bajo la soberanía suprema de Dios Padre, toda la creación. Pues María, es reina de todos los santos, de la Iglesia (guía, intercesora, protectora, acompañante de la Iglesia) y de toda la creación que se rinde a los pies de tan “graciosa belleza” reflejo de la grandeza, bondad  y gloria del Dios Trino.

Sigue, Madre Admirable, intercediendo por tus hijos, que nos consagramos a ti, que buscamos tu protección, que te necesitamos como camino en nuestra salvación.

Dulce Corazón de María, sed la causa de mi alegría

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